Educar en la belleza

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¿Cómo sería un día sabático de orden y limpieza en casa? ¿Qué pasaría si te levantaras por la mañana y dejaras el pijama por ahí, las cosas del desayuno sin recoger, la leche fuera de la nevera, la lavadora sin poner, la ropa sucia sin meter en el canasto, los platos sin lavar..?

Cómo amanecerías el día siguiente en casa si durante un solo día nadie en la casa hiciera ningún esfuerzo absolutamente por ordenar o limpiar.

El caos sería tremendo. Imagina el váter sin que nadie haya tirado de la cisterna, la pasta de dientes abierta,...

Es difícil imaginar la cantidad de tiempo y energía que ponemos todos los días en recolocar, organizar, ordenar y limpiar nuestro entorno, por muy desastroso que nos parezca.

Sin embargo, resulta que hay cosas que van más allá del orden y la limpieza de supervivencia.

Aportar un plus de belleza, llevar el entorno a otro nivel más allá del orden convencional, te coloca al mando de la salud y el bienestar consciente.

Todas las demás tareas automatizadas son las que siempre haces y no mejoran en nada, sólo evitan el caos cada día.

Hace tiempo escribí sobre este tema y lo retomo hoy. Creo que es interesante un recordatorio sobre cómo la educación Montessori apuesta firmemente por la belleza del ambiente como medio y casi objetivo educativo.

Esta frase se puede leer en un libro que escribió María Montessori en el año 1948 (Las potencialidades humanas).

Es bien famoso el ambiente acogedor y la estética cuidada de los colegios Montessori. Pero es algo que, digamos, está trasversalmente instaurado en este tipo de escuelas.

No hay un método descrito para crear belleza escolar.

Los médicos recetan medicinas; los maestros, deberes.

Ni unos ni otros, ni las administraciones públicas que regulan la salud y la educación, dan unas pautas mínimas sobre cómo mejorar o mantener una buena salud física y mental a través de la belleza, y es algo que debería ser competencia de ambos gremios profesionales.

María Montessori era médica y pedagoga, y ella sí lo vio claro. La belleza es causa y también consecuencia de una buena salud.

“… las escuelas tienen que ser instituciones donde se favorezca la belleza, que es sinónimo de condiciones de vida saludables. Buenas condiciones de vida producen belleza y el lograr esta armonía es el objetivo del Método Montessori”.

Esto escribió el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez en sus memorias:

“Aprendí a apreciar el olfato, cuyo poder de evocaciones nostálgicas es arrasador. El paladar, que afiné hasta el punto de que he probado bebidas que saben a ventana, panes viejos que saben a baúl, infusiones que saben a misa… No creo que haya método mejor que el montessoriano para sensibilizar a los niños en las bellezas del mundo y para despertarles la curiosidad por los secretos de la vida”

Cuando se plantea la importancia del orden en el ambiente Montessori, no es solamente para que cada objeto tenga un lugar, es también por pura belleza estética.

En los salones Montessori hay plantas y jarroncitos con flores.

Los niños realizan actividades de vida práctica con estos elementos naturales y desarrollan la motricidad fina, pero el caso es que cumplen una función estética muy importante.

La vitalidad y la salud requieren invertir energía en belleza, pero no de tipo superficial.

El lenguaje que usamos también puede ser saludable o enfermizo, el tono de voz que empleamos puede ser más agradable o menos, nuestros movimientos también, los elementos y la disposición de los objetos en el ambiente, la pintura del lugar, los accesos… todo suma.

Por este motivo, piensa qué acciones puedes realizar para añadir valor a la vida de los niños/as y mejorar la salud de las personas incluyendo la tuya propia, con pequeños gestos enfocados en hacer más bonito el entorno en el que estés.

Y si tienes hijos, echa un vistazo a tu propia casa, porque tal vez también puedas hacer algo en este sentido.

Aquí te doy 3 elementos sobre los que puedes poner el foco para educar en la belleza a tus hijos:

  1. Tú mismo/a: observa tu alimentación, tu expresión (qué estado de ánimo transmite tu rostro), tu ropa, tus movimientos, tu postura, tus palabras y tu discurso mental (¿te quejas mucho? ¿te sientes agradecido/a por lo que tienes?). Observa tu belleza en todos los aspectos y prueba a cambiar una sola cosa para ver qué ocurre a tu alrededor y cómo te sientes después.

  2. El interior de tus muebles y cajones, debajo de tu cama y detrás de las puertas: eso que no se ve, eso que es íntimo, es el lugar al que sólo accedes tú. Cuando abres las puertas de un armario, te estás invitando a pasar a un lugar que has preparado para tí. Haz tus lugares íntimos dignos/as de ti.

  3. Tu casa y tu coche: esos espacios por los que puedes sentir vergüenza si accede un invitado. Invítate a ti mismo/a a llevarte en tu propio coche, a comer a tu casa. Invítate como si fueras una persona desconocida. Con la misma dignidad.

No se trata de realizar un cambio profundo en todo. Sólo de poner el foco en esta cuestión en los tres escenarios que he mencionado.

Si tienes hijos, su relación con los espacios y con las personas podría dar un cambio positivo muy interesante.

EDUCAR EN LA BELLEZA

El caso es que no he leído en ningún lugar, más allá de este párrafo que he citado, algo que esté relacionado con educar en la belleza.

Parece como si no tuviera la más mínima importancia, como si los niños y las niñas no lo merecieran.

Imagina que quieres comprarte un coche y entras a un concesionario, y lo que ves es un lugar cutre, ruidoso, feo, descuidado y con vendedores impertinentes dando voces. ¿De verdad vas a acabar comprando un coche allí?

Hay muchos centros infantiles y colegios que responden perfectamente a esta descripción… ¿Qué esperamos de los niños ante una recepción de estas características? ¿Van a comprar lo que tratemos de enseñarles?

¿Cómo es tu casa? ¿Es digna de ti? ¿Está digna de ti y de tu familia? ¿Puedes hacer algo para que tu experiencia en casa y la de tus hijos sea bonita, sin mucha más pretensión?

Es una cuestión de salud, de valorarse a uno mismo y a los demás, y también de longevidad.

Por cierto, la belleza no es sólo un detonante de la sensibilidad estética, también depende de cómo nos sentimos, y eso condiciona el ver la parte bonita del mundo o quedarnos con lo que nos alimenta el victimismo.

Cuando uno se siente en paz interiormente y vive en armonía, hay menos cosas que le molestan, ve los pétalos de la rosa y no las púas que pinchan. Y cuando eso es lo que se ve, eso mismo es lo que nutre el cerebro y lo que se expresa. Es fácil crear belleza cuando se siente la belleza por dentro.

Por eso, para crear belleza y nutrir nuestro entorno de salud, es muy importante el autocuidado emocional.

CON RESPECTO A LA EDUCACIÓN SENSORIAL

Si hacemos un regalo a los sentidos con una conjugación equilibrada de tonos de color y luz, una composición de los objetos armoniosa, con sonidos relajantes, olores suaves, plantas, palabras bonitas escritas en determinados lugares, personas cuidadas, materiales nobles bien acabados…; si podemos tener una experiencia de placer sensorial, nuestros sentidos se van a abrir para recibir más información.

Los sentidos son la puerta de entrada del conocimiento.

Por eso María Montessori dedica toda un área de trabajo al desarrollo sensorial en la infancia.

El refinamiento de los sentidos eleva el disfrute y la capacidad para aprender.

Desde que en 2015 abrimos nuestro colegio Montessori en Granada, hemos aplicado diariamente 10 consejos clave que nos dejó Maria Montessori con los niños para ayudarles a:

  • Generar en ellos una manera de estar en el mundo positiva

  • Juzgarse menos y confiar más en sí mismos

  • Crear un entorno donde se sientan seguros y aprendan a confiar en los demás

  • Realizar cosas por sí solos como parte de su aprendizaje

Obtén GRATIS mi guía de “10 consejos Montessori” con ejemplos prácticos de cómo los aplicamos en nuestro cole para ayudaros a que vuestra relación con vuestros hijos o alumnos crezca y florezca día a día.

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