5 ideas para lidiar con las pantallas y la escuela
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Estás intentando leer, trabajar, cocinar o ver una peli. ¡O dormir! Pero no puedes darte el homenaje de concentrar toda tu atención para hacer lo que quieres ¡porque resulta que hay niños que te interrumpen!
Las criaturas son pura vitalidad, se mueven rápido, se pelean a veces, otras están tranquilos pero no sabes cuánto va a durar la calma.
Dejan las cosas por todas partes porque todavía no han aprendido a sostener su impulso por iniciar una nueva actividad después de guardar lo que ya se ha usado, y todo ese trajín se convierte en una interferencia frecuente para los adultos.
Encima, justo cuando tienes prisa, ellos parece que vayan especialmente lentos.
LA FÓRMULA RÁPIDA
Si te agobia todo eso, sabes que hay una fórmula para modificar momentáneamente ese comportamiento: se le pone una pantalla delante y aquí paz y después gloria.


Como sabrás, esta solución dura el tiempo que el niño mira la pantalla, después cambia su estado de ánimo hacia un modelo irascible. De “después gloria”, nada.
El problema se incrementa. La solución preventiva es una llamada al desastre. Y no entramos en la cuestión de qué ven, qué aprenden en ese tiempo, o cuánto más adictos se están haciendo a esta especie de nanny electrónica.
Pero en nuestra vida moderna, en la que todos los adultos con hijos tenemos muchísimas cosas que hacer, si tenemos Tablet, tele o consola… o móvil, nos va a resultar difícil evitar la tentación de poner en sus manos alguno de estos aparatos.
Para ello hay que tener muy claro el perjuicio que les puede producir y mucha determinación y firmeza con ese límite.
Si queremos evitar los dispositivos electrónicos, entonces los adultos tenemos que desdoblar la atención o recurrir a alguna otra ayuda.
Las comunidades que viven en tribu lo tienen más o menos resuelto porque siempre hay alguien por ahí echando un ojo. Pero nuestro mundo moderno es individualista. Aquí no hay tribu, pero hay pantallas.
Los niños y niñas a veces se pelean entre ellos (si hay hermanos en casa), otras veces te hablan mal, no te hacen ni caso o te desafían. En ocasiones se empeñan en un capricho y la lían.
Sí, nuestro sistema nervioso tiene límites, que nadie se culpe por ello.
LA OTRA TABLET
Todos estos elementos de la vida cotidiana en la casa hacen del colegio un lugar necesario para la conciliación laboral o doméstica.
Pero el testigo del estrés lo recoge ahora el maestro/a que, igualmente, tiene su propio ritmo y objetivos. No es por los niños, es de nuevo por una diferencia de intereses y velocidades.
Ahora vamos a la cuestión más llamativa: el colegio (no todos) se convierte en una Tablet. Hace la misma función y también peca del mismo problema posterior: genera más estrés después en la casa. ¿Por qué?
Porque desde el colegio se transmite la idea de que, según la edad de tu hijo/a, debería tener desarrolladas unas habilidades concretas y unos conocimientos específicos.
Esto es altamente estresante para las familias, que no pueden evitar ver a sus hijos en relación a los niveles que les han sido asignados o en relación a otros niños.
Muchas familias se distancian de la admiración por sus hijos tal como son y de la magia de haberlos creado y criado, y se ven en la necesidad de presionar en la dirección del cole.
El mismo sedentarismo que provoca una Tablet en un niño, también lo provoca el colegio. Con una gran diferencia para los niños: la Tablet les entretiene, y el colegio les aburre.
El verdadero punto fuerte del colegio para la mayoría de los escolares es que al cole van otros niños/as y su principal motivación para ir es el recreo.
Las asignaturas y las horas lectivas son ese precio que tienen que pagar para poder tener media hora de recreo, que es el único momento en que el maestro está en un segundo plano.
Y si la relación social entre los niños no es buena, entonces la única motivación para muchos niños desaparece y empiezan a decir en casa que no quieren ir al cole.
¿Cómo tiene que ser un colegio para que compita con la pequeña gran pantalla? En mi opinión, ha de ser una institución capaz de ver las necesidades de los niños y de brindarles la posibilidad de que las satisfagan por ellos mismos. Se dice pronto.


LA PROPUESTA ESCOLAR DE MARÍA MONTESSORI
Como observadora de la infancia y la niñez, ella se pasó por el forro el concepto de colegio. Borró de su mente toda idea preconcebida y empezó de cero.
No se planteó: "voy a crear un colegio con mi método y mi manera de entender la infancia". Simplemente empezó a trabajar con niños sin estructura escolar.
Pupitres fuera, lecciones magistrales fuera…
¿Qué necesitan los niños en cada momento de su vida? ¿Movimiento? ¿Comunicación verbal? ¿Manipulación sensorial? ¿Autonomía? ¿Libertad de elección? ¿Amor y escucha del adulto? ¿Repetir una misma actividad mil veces? ¿Perfeccionar habilidades? ¿Trepar? ¿Cocinar? ¿Descubrir? ¿Abstraer conceptos desde experiencias concretas? …
Cualquier cosa que un niño necesitara en su desarrollo, María Montessori lo observó y lo registró. Preparó unos ambientes donde pudieran satisfacer sus necesidades por ellos mismos, y esos ambientes se convirtieron en lo que conocemos como colegios Montessori.


EL ESTRÉS POST-TABLET Y EL ESTRÉS POST-COLEGIO
Lo que sucede después de la pantalla es una alteración en el comportamiento del niño, mayor cuanto más tiempo seguido pasa inactivo. Lo que sucede cuando llegan del colegio es una sobrecarga de presión para los padres y madres. Ahora el testigo del estrés vuelve a la casa.
“Todavía no lee como debería”, “aún no sabe hacer divisiones”, “no quiere hacer deberes”, “lee y no se entera de nada”, “saca malas notas”, “se porta mal en clase”, “el hijo de X ya sabe rascarse la oreja derecha con la mano izquierda y el mío todavía no…”, etc.
Todo esto es una fuente de estrés mucho más profunda que un mal comportamiento momentáneo porque permanece recurrente a lo largo de los días, los meses e incluso los años.
La idea de que tu hijo/a vaya por detrás de los demás en alguna habilidad o área de conocimiento, o que no esté a la altura de tus expectativas produce un desasosiego interno que se manifiesta como una mezcla de tristeza, vergüenza, culpa y rabia. ¿Dónde pones su listón? ¿Por qué tienes que ponerle un listón?
El colegio genera expectativas porque establece niveles, ritmos específicos y comparaciones entre menores. Y eso induce un mayor estrés vital.
5 IDEAS QUE TE PUEDEN AYUDAR PARA DILUIR LA TENSIÓN Y EL ESTRÉS
1. En la comunicación, el canal tiene más impacto para ellos que el mensaje. El canal es tu forma de ser; el mensaje lo que dices.
El colegio no decide cómo van a ser. Tú tampoco. Los seres humanos venimos programados para impregnarnos inconscientemente de la autenticidad del mundo que nos rodea. Así creamos nuestra personalidad, por imitación.
Si un adulto enfadado dice a un niño: “¡Al menos tienes que leer media hora todos los días!”, ese niño, en lugar de convertirse en un gran amante de la lectura, puede que tome este otro mensaje: “cuando quieras que tus hijos hagan algo concreto, tienes que enfadarte mucho y ordenárselo, sin más explicación”.
¿Queremos grandes lectores o queremos grandes tiranos?
Tal vez, si nuestro objetivo en el ejemplo es que lean, habrá que convertir la lectura en el canal y hacer el mensaje invisible.
Por ejemplo, así: “Voy a leerte algo que te vas a caer para atrás. Atención: bla bla bla… y el edificio se abrió y de él salió un dragón gigantesco… ¡Mira cómo era el dragón!”. Seguramente, la necesidad por leer, por ojear el libro, mirar las ilustraciones, etc. va a ser automática.
2. Tu responsabilidad como padre, madre o docente no es conseguir que tus hijos o alumnos SEAN como tú quieras que sean.
Su identidad es sólo suya. Tu papel está más en relación con la palabra “estar” que “ser”. ¿Cómo ESTÁN tus hijos o alumnos en cada momento? ¿Qué puedes hacer para mejorar su calidad de vida, mejorando al mismo tiempo la tuya propia?
Tus hijos o alumnos son como tienen que ser. Son el resultado de miles de variables: genéticas y ambientales. Nadie tiene el poder de manejarlas todas, y nadie tiene el derecho de hacer semejante cosa. Su identidad sólo les pertenece a ellos.
3. Tu ritmo vital es un ritmo de adulto. Las prisas son tuyas, no suyas.
Vivir con prisas es malo para la salud. Ellos lo saben sin saberlo.
Mientras tú vives más en tu mente, en tus preocupaciones o en tus proyectos, ellos viven en conexión con el presente y con lo que pasa a su alrededor.
Tú sobrevuelas la vida, pero ellos la viven en cuerpo y alma, con los pies en la tierra, y se toman el tiempo que necesitan para ello.
En casa ocurren muchos choques por este motivo y muchas veces no se pueden evitar, pero sí podemos tener la humildad de disculparnos y ser cariñosos: “entiendo que no te apetezca, lo siento, pero hay que prepararse rápido porque bla bla bla”.
Sin embargo, en el colegio estos choques no tienen ningún sentido. Deberían ser lugares exentos de prisas.
4. Frena y para el tiempo. Elimina por un rato tu supuesto papel aleccionador y entra en el disfrute.
Ellos no temen el ridículo. El humor de los niños es muy básico, y absurdo muchas veces.
No es obligatorio mantener todo el tiempo la rectitud y la contención adulta. ¡Redescubre el placer del humor absurdo!
Descubre tu propia creatividad expresiva, tu potencial para improvisar y crear momentos memorables.
Sumergirse en eso que estresa, en ese ritmo anti-adulto y en ese caos aparente, puede dar lugar a un escenario de aprendizaje y conexión maravilloso.
5. Escúchales antes de intervenir. No tiene sentido aparecer desde la otra punta de la casa o del cole echando humo por las orejas.
Pregunta qué ha pasado, déjales hablar, escucha y no anticipes lo que ha podido suceder: “¿Ya le has vuelto a pegar a tu hermana?”, “¿qué has hecho ahora, Fulanico?”. ¿Y si no pegó a la hermana? ¿Y si lo hizo después de que la hermana le pegara a él? ¿Y si Fulanico no hizo nada esta vez?
Para reducir los niveles de estrés debidos a un mal encaje de las diferencias de ritmos, es necesario deconstruir los conceptos de educación, de colegio y de crianza.
Propongo hacer como María Montessori: empezar de cero. ¿Qué necesitan y qué necesito? ¿Qué entiendo y qué se entiende por educación? ¿Qué debería ser? ¿Qué recursos tengo?
Espero que mis palabras te hayan sido útiles e inspiradoras y si crees que pueden interesar a alguien, por favor, comparte esta página.
MENTORING
Yo no me canso de ofrecer ayuda. Si necesitas compartir confidencialmente tus problemas de crianza o educación en la casa, y quieres que te ayude a reenfocar la solución con pasos factibles para mejorar las dinámicas y relaciones en la casa, escríbeme un email.
En los próximos dos meses dispongo de hueco para nuevas mentorías. Aquí tienes más información sobre mi programa de mentoring de 4 sesiones.
Un fuerte abrazo,
Rafa.
Desde que en 2015 abrimos nuestro colegio Montessori en Granada, hemos aplicado diariamente 10 consejos clave que nos dejó Maria Montessori con los niños para ayudarles a:
Generar en ellos una manera de estar en el mundo positiva
Juzgarse menos y confiar más en sí mismos
Crear un entorno donde se sientan seguros y aprendan a confiar en los demás
Realizar cosas por sí solos como parte de su aprendizaje
Obtén GRATIS mi guía de “10 consejos Montessori” con ejemplos prácticos de cómo los aplicamos en nuestro cole para ayudaros a que vuestra relación con vuestros hijos o alumnos crezca y florezca día a día.
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